L A I NMUTABILIDAD D E D IOS
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de
Jacob, no habéis sido consumidos.”
Malaquías 3:6
Algui en ha dich o que “el estudio ap ropiad o de la h u mani da d es el h o mbre.” Yo no voy a oponer me a esa idea , pero creo que es i gualmen te cierto que el e studi o a p ropia d o de los e legidos de Dios, e s el propio Dios. El estudi o apropiad o del cristiano es l a De i d ad. La ciencia más elevada, la especulaci ón más sutil, la filosofía más poderosa que pu ed an jamás atraer la atenci ón de un hijo de Dios, es el nombre, la naturaleza , la Persona, la obra, l o s hech os, y la existencia de es e grandioso Dios, a quien el cri stiano llama Padre.
En la contemplación de la Divini da d hay algo e x traordina riamente bene f i c i o s o p a r a l a m en t e . Es un tema tan amplio qu e todo s nu estros p e nsamient os se pierden en su in mensid a d ; t an pr ofundo, que nue s tro orgu llo se ah oga en su infinitud. Nosotro s podemos abarcar y enfrentar otros temas; en ellos sentimos una especi e de auto-sati sfacci ón y pr oseguimos con nuestro camino pens ando: “h e aquí , yo soy s abi o.” Pe ro c u an do n o s aproximamos a esta ci encia de las ci en cias y encontramos que nuestra ploma d a no pue d e m edi r su profundi da d y q u e nuestro ojo de á guila n o puede ver su altura, nos alejamos pensan do que el hombr e vano quisiera ser sabi o, pero que es como un burri to salvaje y entonces excl ama solemnemente: “soy de ayer y no sé na da.” Nin gún tema de con t emplaci ó n tenderá a humillar la mente en mayor me dida que los pensamientos de Dios.
Nos veremos a obligados a sentir
“¡Gran Dios, cuán infinito eres Tú,
Y nosotros somos sólo unos gusanos sin valor!”
Pero si el tema hu mi l l a la mente, también la exp a n de. Aq ue l que pie ns a en Di os con frecuenci a t endrá una ment e más grande que el h o mbre que simpl emente camina con pesadez alrede dor de e ste globo estrech o. Quizá s se trate de un biólog o que hace alarde de su habi lidad para hacer la disecci ón de un escarabajo, estudiar la anatomía de una mosca o clasificara los insectos y a los ani males en grupos que tien en nombres casi imposibles de pron unc iar. Pue de s e r un geól og o, ca paz de dis e rtar sobr e el m egaterio y el plesi osauro y todos los demás tipos de animales en exti nción.
Él puede pensar que in depen d ient emente de cuál sea su ci encia, su men te se ve enn oblecida y engrandecida. Me atrevo a decir que así es, per o después de todo, el estudio más excel en te para ensanch ar el alma es la ciencia de Cristo, y Cristo crucificado, y el con o ci miento de la Deidad en l a gloriosa T r inidad. Nada hay que pueda desarrollar tant o el intelecto, nada hay que engrandezca tanto el alma del hombre como la investigación devota, sincera y continua del grandioso tema de la Deidad. Y mientras humilla y ensancha , este tema es eminent emente con s o l a do r . ¡Oh, en la cont empl aci ón de Cristo h ay un ungüento para ca d a h erida! En la me ditac ión so bre el Pa dre, hay des cans o para c ada aflic ción y en la influencia del Espíritu Santo hay un bálsamo para cada llag a . ¿Qui eres liberar te de tus pen as? ¿Qui eres ahog ar tus preocupaciones? Enton ces ve y lánzate a lo más profundo del mar de l a De ida d ; pié r dete en su inmensidad. Y saldr ás de all í como cuan do te levantas de un l echo de descanso, renovado y lleno de vig o r. No cono zco nada que pueda consol ar tanto al alma, que calme a las creciente olas de dol or y tristeza, que habl e de tanta paz a los vien tos de las pruebas, como un a devota reflexi ó n sobre el tema de la Dei d ad. Invito a todos a consid erar este tema esta mañana. Les voy a presentar una sol a perspect iva, y es la i n m u ta b i l i d a d del glori o so Jeho vá. “Porque y o ,” dice mi texto, “J ehov á,” (así de be ser traduci do) “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Ja cob, no habéi s si do c o ns umi d os.”
Tenemos tres puntos sobre los qu e vamos a reflexion a r. Primero que nada, un Di os que no c a m b ia . E n seg un do lug a r, las per s o n a s q u e se be nefician de este g lorios o a tributo, “los hijo s de Jacob.” Y en tercer lugar, el benef i c i o que obti enen, “n o ha béi s sido consumidos.” Vamos a tratar ahora estos punt o s.
I. Primero que n ada, ten emos an te nosot r os la doctrina de L A INMUTABIL IDAD DE DIOS. “Porque yo Jeho vá no cambio.” Voy a tratar de explicar o más bien ampliar el pensam ien t o y lue go prese ntar un os poc o s argumen t os para dem o str a r su ver da d.
1. Para ofrecerles un a exposi ción de mi texto, primero voy a decirles que Dios es Jehová y que Él no cambi a e n S u e s e n ci a . No pode mos decirles qué es la Deidad. No sabemos qué sustanci a es esa que ll amamos Dios. Es una existencia, es un Ser. Pero no sabemos qué es eso. Sin embargo, cualquier cosa que eso sea, noso t r os la ll amamos Su esen cia y esa esenci a nunca cambi a . La sustancia de las cosas mortal es siempre está cambian do. Las montañas cubier tas de coronas de blanca nieve se deshacen de sus vi ejas diademas durante el verano, en ríos que se deslizan por sus costados, mientras la nube de tor menta le s da una nueva corona. El océan o, con sus poder osas cor r ient es, pierde agua cuando l o s rayos del sol besan las olas que di suel ven en un a espuma que se el eva al ciel o. Aun el pr opi o sol req u iere de combus tible fresco de la mano de Infinito Todopoderoso para alimentar su horno ardiente.
Todas las criatur as cambian. El hombre, especi almente en lo relacionado a su cuerpo, siempre está expe riment ando un a revolu ción. Muy probablemente no h ay una sola partícula en mi cuerpo que haya estado allí hace un os pocos años. E sta estructur a h a sido desgastada por la actividad, sus átomos eliminad os por l a fricción, partículas frescas de materia se han acumulado constantemente en mi cuer po y así h a sido ren o vado. Su sust ancia ha cambiado. Este mun do está hecho de un material que siempre está di scurrien do como un arroyo. Un as gotas están huyen d o mientras otras las están persig ui endo, mantenien do siempre lleno el arroyo, pero siempre cambian do en cuanto a sus elementos.
Pero Di os es per p etuamente el mismo. No está hecho de n inguna sustancia o material, sino que es puro espí ritu, un espíritu esencial y etéreo y por tant o Él es i nmuta bl e. Él permanece por siempre el mism o . N o hay arrugas en Su fr ente eterna . La edad no lo ha debilitado ni los años lo han marcado con los recuer dos de su vuel o. Él ve que pasan las edades, per o en lo que a Él concierne, es siempre a h o r a . Él es el gran Yo Soy, el Gran Inmutable. Observen que Su esen cia n o sufrió un cambio cuan do se uni ó con la naturaleza humana. Cuando Cris to en añ os pasado s Se vistió con un cuerpo mortal, la esencia de Su di vinidad n o fue cambiada. La carn e no se volvió D ios, ni D io s se vo lvió carn e por m edi o de un cam bio r eal de naturaleza.
Las dos naturalezas fuer on unid as en una unión hipost á tica, pero la Dei d ad perman eció sien do la misma. Era la misma cuando Él era un beb é en el pesebre, como era la misma cu an do exten d ió l as cortinas del ci elo. Era el m ismo Di os q u e c o lgó de la Cr uz y cuya sangre se derramó en un torrente púr pura. El mismo Di os que sost iene al mun do sobre S u s sempi ternos hombros, sostien e en Sus mano s las llaves de la muerte y del infierno. Nunca h a sufrido cambios en Su esencia, ni siquiera en Su encarnación. Él permanece para siempre, et ernamente, como el único Dios inmutable, el Padre de las luces, en Quien no hay variabilidad, ni siquiera la som b ra de un ca mbi o.
2. Él no cambia en Sus at r i b u t o s . Cualesquiera que hayan sido los atribut os de Dios en el pasa do, son lo s mis mos atribut os a hora. Y pode mos cantar acerca de cada uno de ell o s: Co mo era en el principio, es ahora y será por siempre, mund o sin término, Amén. ¿Era Él poderos o ? ¿Er a Él el poder o s o Di os c u an do c o n Su vo z mandó que se hiciera el mundo desde el vientre de la n o -existenci a? ¿Era É l el o m n i po t e n t e cuan do encumbr ó las montañas y excavó l as cavernas de l prof undo océano? Sí , era poderoso entonces y Su brazo no está débil ahora. Él es el mismo gigante con todo Su poder. La savia de Su aliment o aú n está húmeda y la f o rtaleza de Su alma permanece firme par a siempre.
¿Era Él sabi o cuando constituyó este poderoso globo, cuando puso los cimientos del universo? ¿ T enía s a b i du r í a c u an do plan eó el ca mino de nuestra salvación y cuando desde t o da la eterni dad Él diseñ ó S u s tremendos planes? Sí, y Él es sa bi o ahora. É l no e s menos hábil, Él no tiene un meno r con o ci miento. Sus oj os que ven todas las cosas no se ha n debilitado. Sus oí dos que oyen todas las excl amaci ones, suspiros, soll ozos y g em id o s d e S u p u e b l o , n o s e h an end urecido con l o s años que Él h a escuchado t o das sus plegarias. Él es inmutable en S u sabidur ía. Sabe tanto ahora como siempre, ni más ni meno s. Tiene la misma h a bili dad consumada, y la misma previsión infinita.
Él es inmutable, bendit o sea su nombre, en su j u s ti c i a . Justo y santo fue Él en el pasado. Justo y sant o es Él ahora. Él es inmutable en Su verd a d . Él lo ha prometido y Su pr omesa se ha conv ertido en realidad. Él lo ha di cho, y se h a rá. Él no cambia en la bond a d y generosidad y benevolencia de Su nat u raleza. No se ha co nvertido en un tirano Todopoderoso desp ués de ha ber sido un Pa dre Todop ode r oso. Su amor poderos o perma nece fir me como una r o ca de gr anito, in conmovi b le ante los h u racanes de nuestra iniqui da d. Y ben d ito s ea Su ama do n o m b re, Él e s inmut able en Su a m o r . Cuan do al principi o escribió su Pact o, cuán llen o de afecto estab a S u cor az ó n ha c ia S u p u e b l o . S ab ía q u e s u H ij o d e b ía morir para ratificar los artículos de ese acuerdo. Sabí a muy bien que debía arrancar de Sus entr añas a S u bien amado para enviarlo a la tierra para se desangrara y muriera.
No dudó en firm ar ese poderoso pact o. Ni se evadió de su cumplimien to. Él ama tanto ahora como amó ento nces. Y cuan do los soles dejen de brillar y las lunas cesen de mostr a r su tenue luz, Él toda vía amará por toda l a et ernidad. Tomen cual quie r a tribut o de Di os, y y o voy a e scribir s e m pe r i de m sobre ese atributo, es decir, si empre igual. Tomen cualquie r cosa que puedan decir de Dios ah ora, y est o p u e d e d ecirs e n o s o lamente en el oscuro pasado sino que también en el brilla nte futuro. Siempr e ser á lo mismo: “Porque yo Jehová n o cambio.”
3. De la misma manera, Dios es inmutable en Sus pl a n e s . Ese hombre co m en zó a c o nstr u ir , p er o no t u v o la ca pa ci da d de t erminar, y por l o tanto cambió su plan, al igual que lo h a ría cual quier ho mbre sabio en su mi sma situaci ón. Entonces procedi ó a construi r sobre un cimi ento menor y re comenzó su obra. Pero ¿acaso se ha di cho algun a vez que Dios comenzó a construi r pero n o tuvo l a ca pa ci da d de terminar? De ni ngún m o do. Teniendo recursos sin límites a S u plena disposició n, y cua ndo S u propi a diestra podría crear mund os tan n u mer o sos como l as gotas del rocí o matutino, ¿se detendrá alguna vez porqu e no tiene poder? ¿Acaso t endría que invertir, alterar o descompon er Su pl an, porque no l o puede l levar a cabo?
“Per o,” dirá alguno, “tal vez Dios nunca tuvo un plan.” ¿Piensas qu e Dios es más insensato que tú, amigo? ¿ T e pon es a trabajar sin un pl an ? “No,” dic es tú, “s iempre t engo un esq u ema. ” T am b ié n D ios . T od o h o m b re tiene su plan, y Dios también tiene un plan. Di os es un a mente maestra; Él planeó todo en Su gig antesco inte lecto much o antes de hacerlo, y una vez estableci do el plan, observen bien, Él nunca lo modifica. “Esto se hará,” dijo Él, y la mano de hierro del de stino tomo n o t a y est o s e realiza. “Este es mi propósito,” y perman ece firme, y ni el cielo ni la tierra p u eden alterarlo. “Este es mi decreto,” di ce Él, prom ulga do por los ángeles. Aun que los demonios traten de arrancarlo de las puer tas del c ielo, no podrán alterar el decreto; este se cumplirá.
Dios no altera sus plan es. ¿Por qu é ha brí a de h ac erlo? Él es Todopoderoso, y por lo tanto puede realiz ar Su deseo. ¿Por q u é h abría de alterar Sus planes? Él lo sabe t odo, y por lo tanto no se p u ede equ ivo car en S u s plane s . ¿Por qué habría de altera rlos? Él es el Di os eterno, y por lo tanto no puede morir antes que S u plan se ll eve a cabo. ¿ Por qué habría de cambiar ? ¡Ustedes át omos de existencia sin ning ún valor , cosas efímeras de un dí a! ¡Ustedes insectos que se arr astran sobre la hoja del laurel de la existen c i a ! Ustedes pueden cambiar s u s plan es, pero Él nunca, nunca cambia l o s s u yo s . Puest o que Él me ha dicho que Su plan es sal varme, por es o, yo soy s alvo:
“Mi nombre de la palma de Su mano
La eternidad no podrá borrar;
Impreso en Su corazón permanece,
Con la marca de la gracia indeleble.”
4. De la misma manera Dios es i nmutabl e en Su s pr o m e s a s . ¡Ah ! Nos agrada h ablar acerca de l as dulces pr omesas de Dios; pero si pudi éramos supon er alguna vez que una de ell as pudiera cambi ar, no las vol verí amos a menci o nar más. Si yo pensara que l o s cheques del Ban co de In glaterra no se pudieran cambiar la seman a entran t e, no aceptaría r ecibir un cheque. Y si yo pens ara que las pr omesas de Dios no se van a cumplir, si y o pensara que Dios no tendría ningún problema en alterar alguna palabra de Sus promesas, ¡entonces adiós a las Escrituras! Yo n ecesit o cosas in - mutables: y encuentro que teng o pr omesas in mutabl es cuan do abro la Biblia y leo: “par a que por dos cosas in mutabl es, en las cuales es imposible que Dios mienta,” Él ha firmado, con f irmado, y sellado cada una de Sus pr omesas.
El Evangelio no es “sí y no,” no es prometer algo hoy y negarlo mañana. El Evan gelio es “sí, sí,” para gl oria de Di os. ¡Crey ente! Hubo una prom esa muy motivadora que recibiste ay er; y esta mañana cuan do abriste tu Biblia la promesa no era dulce. ¿S abes por qué? ¿ P iensas que l a promesa cam bió? ¡Ah, no! T ú cambiaste. Ese es el problema. Te habías estado co miendo algunas uvas de So doma y tu boca no tení a la capacidad de saborear adecuadamente lo espiritual y no pudiste detectar la dulzura. Pero la misma miel estaba allí, puedes estar seguro de ello, la misma esencia preciosa. “¡Oh!” di ce un hij o de Di os: “yo una vez construí mi casa firmemente sobre algun as promesas estables; vin o un vien to y y o dije: Oh Señor , estoy ab atido y e staré per d ido.”
¡Oh! las promesas no f u eron abatidas; los cimient o s están allí; fue tu pequeñ a cabaña de “madera, heno, ho jarasca” que tú habí as estado construyendo. Fue eso lo que se cay ó. T ú eres el que has sido sacudi do estand o s ob re la roca, no la roca que está deb a jo de ti. Pero déjame decirte cuál es la mejor man era de vi vir en el mu n do. He e scu chado q u e un c aball ero le dij o a un hombre de piel neg r a: “no puedo e ntender cómo t ú siempre estás tan conten to en el Señor, mientras yo estoy a menudo de primido.” “Pues bi en, mi amo,” dij o él, “me tiendo c o m p leta mente s obre la promesa; allí permanezco. En cambio usted está de pie sobre la promesa, si el equili bri o es débil, y si sopl a el vien to, usted se cae y luego exclama ‘¡Oh! me he caído;’ en cambi o yo me tien do enterament e sobre la promesa desde el pri ncipi o y es por eso que no temo caer.”
Entonces siempre debemo s decir: “Señor, allí está la promesa; te corresponde a T i cumplirla.” ¡Yo me tiendo enteramente s obre la prom esa ! No de bo permane cer de pi e. Eso e s lo que tú deberías hacer: postrarte sobre la promesa. Y recu erda, ca da prom esa es una roca, una cosa inmutable. Por lo tanto, arrójate a Sus pi es, y descansa all í para si empre.
5. Pero ahora vi ene una nota discor d ant e para arruinar el tema. Para algun o s de ustedes Dios es inmut able en Sus a m e n a z a s . S i ca da pr ome sa se mant iene firme, y cada j u ramento del pact o se cumple, ¡escucha tú, pecador! Pon atención a l a palabra. Oye los tañidos fúnebr es de tus esperanzas carnales. Observa el funeral de tus confianzas en la carne. Cada amenaz a de Di os, así como cada una de S u s promesas se cumplirá. ¡Ha b lem o s de de cretos! Te diré un d ecret o: “Mas el que n o creyer e, será con d enado.” Ese es un decreto, y un estatuto que nun ca puede cambi a r . Puedes ser tan bueno como qui eras, ser tan moral como puedas, ser tan honest o como desees, caminar tan de recho como puedas. Sin embargo, allí está la amenaza inmutable: “Mas el que no cr eyere, será condenado.” ¿Qué di ces a eso, Moralista? Oh, qui sieras poder alterarlo y deci r : “Aquel que n o vi va una vida san ta será con d enado.” Eso va a ser cierto; pero n o es lo que dice. Dice: “El que no creyere.” Aquí está la piedra d e tropiez o y la roca que hace caer; pero eso n o lo puedes alterar. Debes creer o ser con d enado, di ce la Bi blia; y fíjate bien, esa amenaza de Dios es tan inmutabl e como Di os mismo. Y cuando hayan transcurrido mil años de tormentos en el infierno, mirarás a lo alto y verás escri t o en letras ardientes de fueg o: “Mas el que no creyere, s e r á con d enad o . ”
“Per o, Señor, yo s oy u n con d en ado.” Sin embar go dice “ s e r á ” a ú n . Y cuando un millón de edades se hayan desplegado, y estés exhausto en medi o de tus dolores y agonías, volverás tus oj os hacia l o alto y todaví a leerás “SERÁ CONDENADO.” Este decr eto es inmutable, inalterable. Y cuando tú habrás podido pen sar que la e t ernidad ya h a t ejido s u últim o hilo, que cada partícula de eso que nosotros llamamos eter nidad, deber á haberse extinguido, t ú t o davía verás escrito allá arriba: “SERÁ CONDENADO.” ¡Oh, qué terrible pensamiento! ¿Cómo me atrevo a decirlo? Pero de bo ha cerlo. Us tedes de ben s e r adv e rtidos, señ ores, “par a que n o vay an ustedes también a este lugar de tormento .” Se le de be de cir cosas ásperas a ustedes; pues si el Evangelio de Di o s no es u n a co sa ásp e ra, la ley es una cosa áspera; el Mon t e Sinaí es un a cosa áspera. ¡Ay del atalay a que no amoneste al impío! Dios es inmutable en sus amen azas. T en much o cui d a do, oh pe ca dor, pue s “¡Horre nda co sa es caer en manos del Dios vivo!
6. Debemos sug e rir otro pensami ento an t es de pr oseg uir, y es: Dios no cambia en lo s ob j e t o s de su a m o r. Es inmutabl e n o solamente en S u amor, sino en l o s ob j e t o s de su amor:
“Si alguna vez sucediera,
Que alguna oveja de Cristo se perdiera,
Ay, mi alma débil y voluble,
Se perdería mil veces al día.”
Si un a mado sa nto de Dios perec iera, todos l o h arían; si al guien bajo el pact o se per d iera, todos podrían hacer lo, y entonces la promesa del Evan gelio n o sería verdadera. La Bi bli a ser ía una mentira y no habría n ada en ella dign o de mi ace ptaci ón. Y o m e c o nver tiría en un infiel de inmediato, si pudiera creer qu e un sa nto de Dios pudiera perderse par a siempr e al fin. Si Dios me ha amado un a vez, entonces É l me amará para siempre:
“Si Jesús brilló sobre mí una vez,
Entonces Jesús es para siempre mío.”
Los objetos de un amor eterno n u nca cambian. A quienes Dios ha llamado, los ha de justificar; a quienes ha justificado, los ha de santificar; y a quien Él santifica, los ha de glorificar.
II. Así, habien do de dica do m u c ho tiem po, tal v e z, para simple mente explicar el con cepto de un Dios inmutable, voy a tratar de demostrar ahora que Él no es cambi abl e. Yo n o soy un pr edi cador argumentativo, pero voy a mencion a r un argument o que es: la mi sm a ex i s t e nci a , y el s e r de D i o s , m e p a rec e a m í qu e i m p l i c a n i n m u t a b i l i d a d . Permítanme reflexionar por un momento. Hay un Dios. Este Di os rige y gobi erna todas las cosas; este Di os creó el mun do y Él lo sost iene y lo mantiene. ¿Cómo será este Dios? Me parece ciertamente que no pod emos pen sar en un Dios mutable. Con cibo que el pensami ento es tan repugnante al sentido común, que si nos o tros pensam os por un mome nto en un Dios q u e ca mbia, las palabra s parecen chocar entre sí, y estamos oblig ados a decir: “Entonces debe ser un tipo de hombre,” y llegar a la idea de un Dios de la misma manera que lo han hecho l o s Mormon es.
Me imag ino que es imposible conceb ir a un Di os cam bia n te. Al meno s lo es par a mí. Otros podr án ser capaces de pensar eso, por yo no podría consi d er arlo ni por un moment o. Yo n o podría pensar que Dios es mutable , de l a misma manera que no me puedo imagi nar a un cuadrado redon do o ninguna otra cos a absur d a por el estilo. E se concepto de un Dios cambian te es tan contradictorio, que est oy obligado a incluir la idea de un ser inmutable tan pronto digo Dios.
2. Bien, pienso que un argumen t o ser á suficient e , pero podemos encontrar otro argumento en el hecho de la per f ecci ó n de D i o s . C re o q u e D ios es un Ser perfecto. Enton ces, si É l es un Ser perf ecto, Él no puede cambiar. ¿Pue den v e r esto? Suponga n que y o soy perfecto hoy . Si fuera posible que yo cambiara, ¿sería yo perfect o mañana después de la alteración ? Si yo ca mbié, de bí ha ber cam bia d o de un estado bueno a uno mej o r. Y entonces, si puedo mejorar , no puedo ser perfecto a h o r a . O también pude haber ca mbiad o de un es tado mej o r a un o pe or, y si estuvi era en una pe or con d ició n no hu biera si do perfecto a l p r i n c i p i o . Si soy perfecto, no puedo ser alterado y n o volverme imperfecto. Si soy perfecto h o y , me debo man tener igual mañ ana si voy a mantener mi perfección. Así, si Dios es perfecto, Él debe ser el mismo; pues el cambi o implicaría imperfección ahora, o imperfecci ón después.
3. T ambién está el hech o de l a i n f i n i t u d de D i o s , que eli m i na completamente el concept o de cambi o . Dios es un Ser infinito. ¿Qué significa eso? No e x is t e u n ho mb re que te pueda decir lo que entiende por un ser infinito. Pero no puede haber dos infinito s. Si una cosa es infinita, no hay espaci o para nada más, pues infinito qu iere decir todo. Quiere decir sin límites, no finito, que no tiene fin. Bi en, no puede haber dos infinitos. Si Dios es i n finito hoy, y después cambiar a y siguiera siendo i n finito, habría dos infinitos. Pero eso n o puede se r. Supong amos que es infinito y después cambia. E ntonces debe vol verse fin ito, y no podría ser Di os. O Él es finito hoy y finito mañana, o es inf inito hoy y finito mañana, o finito hoy e infinito mañana. Todas estas suposici on es son i gualmen te absur d as. E l hecho de que Él es infinito de in medi ato sofoca el pensamiento de que Él es un ser cambi able. La palabra “inmut abi lidad” está escrita sobre l a propia frente de la infinitud.
4. Ah ora , queridos amig os, mire mos a l p a s a d o : y allí vamos a recoger algunas evidenci as de la naturaleza inmutabl e de Dios. ¿Ha hablado Jehová y no lo ha cumplido? ¿Lo ha jurado y no ha sucedido? ¿Acaso n o puede decirse de Jehová: Él ha hecho toda Su vo luntad y ha cumplido todo su pr opósit o? Miren a las ciudades de los filisteos. Dios dijo “Lamenta As dod, y uste de s puerta s de Ga za, pues ustedes serán derribadas;” y ¿dón de e stán ah ora? ¿Dónde está Ed om? Pregunte n a Petra y a su s m u rallas en ruinas. ¿ A caso su eco no repe tir á la verda d que Dios h a dich o: “Edom será un a presa y será destruido? ¿Dón de está Babel, y dón d e est á Nínive? ¿Dón de Moab y dón de Amón? ¿Dónde est án las nacion es que Dios dijo que destruirí a? ¿Acaso Di os n o las ha arrancado de raí z y las ha arrojado lejos del recuerdo de los que habitan en la tierra? ¿Y acaso Dios h a echado f u era a Su pueblo? ¿Alg una ve z se ha olvidado de S u promesa? ¿Alguna vez no ha cumplido S u jurame nto o Su pa cto, o s e ha aparta do alguna vez de Su plan? ¡Ah, no! ¡Señal en alguna i nstancia en la hi stori a en la que Di os h aya cambiado! No podrán hacerl o , señ or es; pues a través de toda la historia resalta el hech o que Dios ha sido in mutable en Sus propósitos. Me parece que oigo que alg u i en dice: “¡yo puedo recor d ar un pas aje de la Escritura donde Di os cambi ó! ” Y yo mismo pen sé eso una vez .
El caso al que me refiero es ese de la muer te de Ezequi as. Isaías entró y dijo: “Ezequías, tú vas a morir, tu enfermedad es in curable, or de na tu ca sa.” Él v o lvi ó s u rostro a la pared y comen zó a orar . Y antes que Isaías sal iese hasta la mit ad del patio, se l e ordenó que reg r esara y le dij e ra: “vas a vivir qui nce añ os más.” U stedes podrían pensar que es o demuestra que Dios cambia . Pe r o yo no pu ed o ve r en e l r e la t o la meno r prue ba de c amb io q u e pue d a e x i s tir. ¿Cómo s abe s que Di os n o conocí a eso? ¡ Oh ! Dios sí lo sabía. Él sabí a que E zequí as viviría. Por tanto Él no cambió, pues si Él sabía eso, ¿ cómo podí a cambi ar? Eso es l o que yo qui siera saber.
Pero, ¿conoces un pequeño detalle? Que el hijo de Ezequías, Manasés, no había nacido entonces, y que si Ezequí as hubiera muerto, no hubier a existi do Manasés, y no hubi era existido Josías, ni tampoco Cristo, porque Cristo vi no preci samente de ese linaje. Ustedes podrán comprobar que Manasés tenía doce añ os cuan do su pa dre muri ó, de tal m anera qu e debi ó haber n acido tres años después de est os hechos. ¿Y no creen ustedes que Dios había decretado el nacimiento de Manasés, y lo conocía de antemano? Cier tamente. Entonces, Él decretó que Isaías fuera y le dijera a Ezequías que su enfermedad era incurabl e, y qu e d espu és le d ijera, en el mism o a liento, “ he aq uí que Yo t e san o y tú vivirás. ” Él dijo eso para inci tar a Ezequí as a la oraci ó n. Habl ó, en primer lug a r como hombre: “De acuerdo a las pr obabili dades humanas t u enfermedad es incurable, y te vas a morir.” Después esperó h asta que E zequí as oró; y luego vin o un pequeñ o “pero” al fi nal de la frase. Isaías n o había terminado la frase. Él dijo: “Debes orden a r tu casa pues no hay humana cura; pero” (y despué s salió. Ez equí as oró un poco, y d espués ent r ó de nu evo y dij o ) “ Pero he aquí que yo te sano.” ¿Acaso hay alguna contr adicción allí, excepto en el cerebro de quien es luchan contra el Seño r, y desean con v ertirlo en un ser cambian te.
III. Ahor a en seg undo lu gar, permítanme decir una pal abra sobre LAS PERSONAS PARA QUIENES ES TE DIOS INMU TABLE ES UN BENEFICIO.
“Porque yo Jehová n o cambi o ; por esto, hijos de Jacob, no habéis sid o consumi d os.” Entonces, ¿quién es son “los hijos de Jacob,” que pueden gozarse en un Di os inmutable?
1. En pr imer lug a r, son l o s h i j o s de l a elecc i ó n de D i o s ; pues está escri to, “A Jacob amé, mas a Esaú aborr ecí; pues no habí an aún n acido, n i habían hecho aún ni bi en ni mal.” Está escrito: “El may o r servir á al menor.” “Los hijos de Jacob”
“Son los hijos de la elección de Dios,
Que por gracia soberana son creyentes;
Por un eterno designio
Ellos reciben gracia y gloria.”
“Los hijos de Jacob” son los elegi d os de Dios. Son los que Él conoci ó de anteman o y ordenó de an temano para sal vaci ón eterna.
2. “Los hijos de Jacob” quiere decir, en segun do lugar, per s o n a s que g oz a n d e re ch o s y t í t u l o s e s pe c i a l e s . Jacob, ustedes saben , no tenía derechos por nacimiento; pero él pronto los adquirió. Él cambió un guisado lentejas con su h ermano Esaú, y así gan ó la primogenitura. Yo no justifico los me di os; per o él también obtuvo la bendici ó n, y así adquirió derechos especial es. “Los hijos de Jacob” qui e re decir personas que poseen derechos y tí tulos especi ales. A los que cree n , Él les dio la potestad y el derecho de ser hechos hijos de Dios. Ellos tienen un interés en la sangre de Cristo. E llos tien en un derecho “para entrar por las puertas en l a ciudad. ” Tienen un título para reci bir honores etern o s. Po seen una promesa de glo ria eterna. T i enen un derecho de llamars e hijos de Di os. ¡Oh! Ha y derechos y privilegios especial es que pertenecen a los “hijos de Jacob.”
3. Lueg o, a conti nuaci ón, estos “h ijos de J acob” eran ho m b re s de ma n i f es t a c i one s e s pe c i a le s . Jacob h abí a tenido manifest acion es muy especiales de su Di os, y así había si do honr ado gran demente. Una vez, una n o che se acostó y durmi ó; tenía los setos del cami no por cortinas, y el cielo por su pa bell ón , una pie d ra por almoh ada, y la tierra por cama. ¡ Oh! Entonces él tuvo un a manifestación peculiar. Había una escal era y él vio a l o s ángeles de Dios que ascendían y descen dí an. As í t u vo una manifest ación de Cristo Jesús, como la escalera que lleg a de la t ierra hasta el ci elo, y lo s ángele s subían y baja ba n trayéndon os m isericor dias. Posteriormen te, qué manifestación tuvo lu gar en Mahan a i m , cuan do l o s ángeles de Di os se encontraron con él. Y también en Peniel, don de luch ó co n Dios, y vio a Dios c ara a cara. Esas fueron manifestacion es especi ales. Y este pasaje se refiere a aquell o s que, como Jacob, han tenido manifestaciones peculiares.
Ahora, ¿ cuánt os de ustede s ha n tenido manifestacione s pers onales ? “¡Oh!” di cen “eso es en tusiasmo; eso es f anatism o.” Bi en, es un ben d ito entusiasmo, también, pues los hijos de J acob han tenido manifestaciones pec u liar es. Han hablad o con Di os como un hombr e habla con su amigo. Han s u s u rrad o a l o í d o d e Jeh o vá . C ri s to ha estado con ell o s para cenar con ellos, y ellos con Cristo. Y el Es píritu Santo ha iluminado sus almas con un poderoso brillo radiante, de tal manera qu e no podían tener dudas acerca de esas manifest acion es especial es. Los “hijos de Jacob” son los hombres que goz an de estas mani festacion es.
4. Asimi smo, so n ho m bres de prueb a s muy e s peci a l e s . ¡Ah! ¡Pobr e Jacob! Yo no el egiría la suerte de Jaco b si no tuvi era la expectativa de l a ben d ició n de Ja cob, pue s su s u e rte fue muy difí cil. Tuv o que h u i r de la casa de su padr e, llegando a la casa de Labán. Y lueg o ese viej o y rudo Labán lo engañó todos lo s años que permaneció allí. Lo engañó con lo relacion ado con su esposa, lo engañó en materia de sueldos, lo engañó con los rebaños, y lo engañó a lo largo de su historia. Eventualmente tuvo que huir de Labán, q u ien lo persigui ó dán dol e alcanc e .
Ensegui da vin o Esaú con cuatroci entos hombres para vengarse y descuartizarlo. Después sig u ió un espa cio de oraci ón, y después Jacob luch ó y tuvo que segui r el resto de su vida con el hueso de su cadera dislocado. Pero un poco más adelan te, Raquel, su amada, murió. Después su hija es llevada a descarri arse y lo s hijos asesina n a los de Siquem. Muy pr onto su amado h ijo J o sé es vendi d o y llevado a Eg ipto, y viene la h ambr u n a . Después Ru bén se sube al lecho de J aco b y lo contami na. Judá comete incesto co n su p r op ia nu era. Todos sus hij o s se convi erten en una plaga para Jacob. Finalment e Benjamín es llevado le j o s. Y el viejo Jacob, con su corazón quebrantado, exclama: “J osé n o parec e , ni Simeón tamp oc o, y a Benjamí n le llevaréis.” Nunca alg ú n hombre sufri ó más tribul aci ones que Jacob, todo a causa del pecado de engañar a su hermano. Dios l o disci plin ó a l o la rgo de t o da s u vi da. Pero creo qu e hay m u ch os que pueden sent ir simpatía por el qu eri d o ancian o Jacob. Han teni do que sufrir pruebas tal como él . ¡Bien, todos ustedes qu e llevan una cruz! Dios dice: “Y o no cam bio; por esto, hijos de Ja cob, no habéi s si do cons umi d os.”
¡Pobres almas at ribuladas! Ustedes no son consumidas a causa de la naturaleza inmutable de su Dios. Ahora, no vayan por ahí in quietas dicien do, c o n el orgull o que pr oporci on a la miseria “yo soy el hombre que ha conoci do l a aflicción.” Ciertamente “el Varón de Dolo res” fue afligido much o más que ustedes. Jesús fue ciertamente un hombr e que conoci ó las aflicciones. Tú, en cambi o , sólo ves l as fald as de l o s vestidos de la aflicción . Nun ca h as tenido pr uebas como las de Él. Tú n o entien des l o que signif ican los problemas. T ú apenas has dado unos sorbos a la copa de problemas. S ó lo has sorbido un a gota o dos, pero Jesús apuró l a copa ha sta las heces. No teman dice Di os: “Porque yo J ehová n o cambi o ; por esto, hijos de Jac ob,” hombr es de prue bas pe culiares, “no habéis sido consumi d os.”
5. Y ahora un pensamien t o acerca de qui énes son los “hij os de Jacob, ” pues y o quisi era que ustedes averigüen si uste de s mism os son “hij os de Jacob.” Ellos son h o m b re s de u n c a r á c t e r m u y e s pe c i a l . S i bien es cierto que en el caráct er de Jacob hubo ci ertas cosas que n o podemos alabar, hay una o dos cosas que Dios alaba. Allí estaba la fe de Jacob, gracias a la cual Jacob calificó para que su no mbre f u era escrit o entre l o s n o mbres de ilustres hombres poderosos que no recibieron lo prometido en la tierra, pero l o obten drá n en el cielo. ¿S on ustedes h o mbres de fe, amados hermanos? ¿Saben ustedes lo que es cam in ar por f e , obten er su ali men t o temporal por fe, de pen d e r del ma ná es pi ritual para vivir, todo esto por fe? ¿La fe gobierna sus vi das? Si así es, ustedes son “hijos de Jacob.” Contin uando, Jacob era un hombre de oración, un hombre que luchaba y que gemía y que oraba. Por allá veo a un ho mbre que no oró antes de venir a l a casa de Di os. ¡ A h! Tú po bre pagano, ¿ acaso t ú no oras? ¡No! responde él “no se me ocurrió tal cosa ; durante años no he orado.” Bien, espero que l o ha gas antes de que mu eras. Si vives y mueres sin oración , tendrás much o ti empo para orar cuan do ll egues al infierno. Veo all á a una mujer: e lla tampoc o or ó esta ma ñana; estuvo tan ocupada arreglando a sus hijo s para que fueran a la escuel a dominical , que no tuvo tiempo de orar. ¿No tuviste tiempo de orar? ¿ Tuviste tiempo para vestirte? Hay un tiempo para cada propósito bajo el cielo, y si te hubieras propuest o orar, hubi eras orado.
Los hijos de Jacob n o pueden vi vir sin oración. Son luchadores com o Jacob. Son hombres en l o s que el Es píritu Santo obra de tal mane ra que ya no pueden vi vir sin oración, como yo no puedo vivir si n respir ar. Ellos deben orar. Señores, presten mucha at ención, si ustedes están vivien do sin oraci ó n, ustedes están vivien do sin Cristo. Y si mueren así, su porción será en el lago que arde con fueg o. ¡Q ue Dios los redima, que Dios los rescate de una suerte tal! P ero ustedes son los “hijos de Jacob,” estén tranquil os, pues Dios es inmutable.
IV. En tercer lug a r, me queda tiempo para decir sólo una palabra acerca de ot ro punto: EL BE NEFICIO QU E R ECIBEN ES TOS “HIJ OS DE JA COB” DE UN DIOS QUE NO CAMBIA. “Por esto, hijos de Jacob, n o ha béis sido c o n sumid os .” “¿Con sumid os ?” ¿Cóm o? ¿Cóm o puede ser cons umi d o un hom b re? Pue s , hay dos forma s . Podría mos ha ber sido c o ns umid os en el infierno. Si Dios h ubi era sido un Di os cambiante, los “hijos de Jacob” que están aquí esta mañ ana, podrían ha ber sido consumid os en el infierno. Si no fuera por el a mor inmutabl e de Dios y o de berí a haber sido un a gavilla de heno en el fuego. Pero hay una forma de ser consumido en este mu ndo . Ex iste tal co sa como ser condenado antes de morir: “será condenado.” Existe tal cosa como estar vivo, pero sin embarg o estar absol u tamente m u erto. Pudi mos haber si do a b an don ados a nuest ros propios me dios. Y entonces, ¿adón de estaríamos ah ora? Parrandeando con el borracho, blasfemando contra el Dios Todo poderoso. ¿Oh? Si Él te hubiera dejado, amado her mano, si Él hubi era si do un Di os que cambia, tú estarías entre los más in mun d os de l o s in mun d os, y entre los más viles de l o s vi les.
¿Acaso no puedes recordar en t u vi da t emporadas simil ares a l as que yo he se ntido? He ido directo has t a llegar a los límites de l pecado; alguna tentación muy fuerte me ha tomado de mis dos brazos, de tal forma que no podí a luchar con ell a . He si do empujado, arrastrado por un terrible poder sa t ánico h asta el propi o borde de al gún horr ido preci pici o. He mirado haci a abajo, abaj o, abajo, y h e visto mi porción. Me he estremeci do al borde la ruina. Me he horrorizado con mis cabellos de punt a, al pensar en el pecado que he estado a punt o de cometer, el horrible hoyo en el que h e estado a punt o de caer. U n brazo poder o so me h a salvado. Me he replegado exclamando ¡Oh Dios! ¿Cómo pude acercarme tanto al pecado y sin embargo he podi do evitar lo? ¿Cómo pude haber c amina do directo al horno y no haber caí do, como los hombre s vig o r o s o s d e Nab u c o d o nos o r , q u e fueron devorados por la llama del fuego? ¡ Oh! ¿Es posibl e que y o esté aquí esta mañana, cuan do pienso en los pecados que he cometido, y en los crímene s q u e ha n pa sa do por mi perv ersa imagin ación? S í, yo estoy aquí, sin ser consumid o, Porque el Señor no cambia.
¡Oh! Si Él hubiera cambiado, ya habríamos si do cons umidos en un a docena de formas. Si el Señor hubi era cam bia do, tú y yo de beríamo s haber si do c o ns umi d os por nos o tros mi smos; pues, des p ués de todo, el señor Yo es el peor enemi go que tien e el cristiano. Ya habríamos demostrado que somos suici d as de nuestra propi a alma. Ya habríamos pr eparado la copa del ve neno par a nue stros pr opi os espíri tus, si el Señor no fuer a un Di os que n o cambi a , que arroj ó la copa lejos de nuestras mano s cuando estábamos listos para tomar el veneno. También ya hubi éramos sido con sumid os por el propi o Di os si n o fuera un Di os inmuta ble. Llamamos a Dios, Pa dre. Pero no hay ningún pa dre en este mundo que no hubiera matado a todos sus h ijos hace much o tiempo, harto de la prov oca ción con q u e lo ho stig aban, si hubiera recibido la mitad de los problemas que Dios ha recibido de Su familia. Dios tiene la familia más problemática de todo el mundo: incrédulos, desagradecidos, deso be di entes, olvida dizo s, rebel d es, des carriados, murmura dor es y de dura cer viz. Qué buen o que Él es miser i cordi os o, pue s de lo cont rario ya hubi era toma do no sola ment e la vara, sino la espada contra algunos de nosotros desde h ace mucho tiempo.
Pero n o había na da en no sotros q u e pudiera ser amado al principi o, así que no puede ha ber men o s ahora. John Newto n solía co ntar u na rara his toria, e i nvariabl emente se reía al contarl a , de un a buen a muj e r que decía, para demostrar la doctrina de l a Elecci ón : “¡Ah! señor, Di os debe haberme amado antes de que yo nacier a, pues de lo contr a rio no habría visto nada en mí posteriormente que Él pudiera amar.” E stoy seg uro q u e eso es válido en mi caso, y cierto en relación a l a mayorí a del puebl o de D ios. Pues hay mu y po co qu e amar en ellos después que han n acido, que si no los hubiera amado antes de n acer, no habría visto ninguna razón para elegirlos después.
Pero puesto que los amó sin obr as, todavía los ama sin obras. Puest o que sus buenas obras n o ganaron Su afecto, las malas obras n o pueden suprimir ese afecto. Puesto que l a justic i a de ellos no sirvió de laz o para Su amor , así la perversi dad de ellos no puede cor t ar esos lazos dorados. Él los amó por Su pura gracia soberana , y los va a amar aún. Pero nosotros de beríamos haber sido con sumid os por el dia b lo, y por nuestros enemig os; cons umidos por el mundo, c o n sumid os por nue stros pe cados, por nuestras pr uebas, y en cien tos de formas más, si Di os hubiera cambia do al guna vez .
Bien, se nos ha t erminado el tiempo, y ya no me resta decir much o. Só lo he t o c ad o e l te ma d e mane r a su perfici al. Ah ora se l o s entrego a ustedes. Que el Seño r les ay ude a ust edes “hij os de Jacob” a ll evar a su casa esta por ción de alimento. Digiéranlo bi en y alimén tense de él. ¡Que el Esp íritu Santo ap liqu e du lcemente las co sas gloriosas que est án escritas! ¡ Y que uste des disfruten de “un ban quete de manjare s suc u le ntos, ba nque t e de vin o s refinados, de g r uesos tuétan os y de vin o s purificados! ” Recuerden que Di os es el mis mo, in depen d ientemente de l o que se quite. S u s amigos pueden perder el afecto, su s ministros pueden ser cambiados, todo pued e ca mbi a r. Exce pto Di os . Sus he rmanos pueden cambiar y clasificarlos como viles: pero Di os de todas man eras los va a amar.
Su sit u ación en l a vi da puede ca mbiar, y pue d en per d er sus pr opieda des. Toda la vi da de uste des pue d e ser sacudi da y se pueden volv er débiles y enf ermizos; todas la s cosas pueden aban don a rlos, pero hay un lugar don de el cam bio no pued e poner su de do; hay un nombre sobre el cual n o se puede escribi r mutabi lidad; hay un cor azón que no suf r e alteraciones; ese corazón es el corazón de Di os: ese nombre es Amor.
“Confía en Él, nunca te va a engañar.
Aunque con dificultad creas en Él;
Él nunca, nunca te abandonará,
Ni permitirá que tú lo dejes.”